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miércoles, 16 de agosto de 2017

CULTURA, PODEROSO INSTRUMENTO DE GOBIERNO.




Tus conocimientos y tus vivencias se adquieren, y por tanto, dependen de ti, de tus circunstancias y de la socialización que hayas recibido del sistema educativo vigente. Sin embargo, tu cultura te viene dada porque se transmite de padres a hijos.

Por desgracia, el mal gobernante confunde socialización con cultura, y altera la cultura para beneficio “del bien nacional” o “del interés general”, y que por norma coincide con los intereses de las clases gobernantes. El mal gobernante es experto en dirigir el destino de la sociedad cambiando sus necesidades, gustos, preferencias, costumbres, ideas, y hasta su Historia y lengua, para que se ajusten a los intereses y negocios de la clase dominante. De ahí, las malas artes y sobornos de los grupos de presión para imponer sus modelos educativos y culturales al gobierno de turno, pero también los chantajes en gobiernos de coalición por dirigir la cultura y la educación. La ideología nacionalista está hecha a la medida para obtener la aprobación de la ciudadanía en la manipulación de la cultura.

Los peones de estas clases dominantes, que podríamos llamar mercenarios de los grupos de poder, son actores y comediantes insuperables en el arte de la representación e interpretación, maestros en manejar la opinión pública para hacer confundir progreso con consumo, éxito personal con interés económico gremial, cultura local con superioridad intelectual, y magos en transformar toda esa cultura cocinada en instrumento político. Con ese bagaje pseudointelectual, pseudocultural y pseudonacionalista transmitido a la sociedad, ciertos lobbies acaparan los partidos políticos y las Instituciones del Estado para hacer de lo público su negocio gremial y privado.

Para conseguir sus fines, los sofistas mercenarios son expertos en dirigir la opinión pública acaparando los medios de comunicación y creando Fundaciones, ongs y laboratorios de ideas. A la par, para estar cerca del poder, la oligarquía contribuye con sus recursos comprando voluntades en las administraciones públicas y colocando colaboradores en las empresas públicas, sindicatos obreros, organizaciones empresariales y principalmente, en todos los partidos políticos. Con todo el terreno abonado, los pesos pesados de estos holdings culminan su negocio ejerciendo de lobby ante los tres Poderes del Estado para influir, recomendar o dirigir la toma de decisiones ejecutivas, legislativas y judiciales, y, distribuir, asignar o mangonear los Presupuestos Generales del Estado.

El ciudadano raso es siempre el perdedor en este juego político-cultural, porque no crece como ciudadano por acumulación de la experiencia, sino por reacción a los acontecimientos políticos negativos o positivos, espontáneos o provocados. En política, lo positivo y negativo son sentimientos relativos, subjetivos, interesados y temporales. Y en todo Sistema Político esos sentimientos son casi siempre provocados, inculcados, delimitados, cuantificados, tutelados y administrados por el poder establecido.

El ciudadano beneficiado por lo positivo del Sistema Político será adepto al sistema y el sufridor de lo negativo del mismo Sistema Político será inconformista o anti sistema. Más allá de 6 meses, la memoria política falla en la gran mayoría de los votantes, y, lo negativo se puede manipular y transformar en positivo, y viceversa también. El sistema político, principalmente el democrático, siempre busca su supervivencia asegurándose el apoyo mayoritario de los ciudadanos en todas las circunstancias, unas veces cubriendo las necesidades de éstos, otras muchas, generando los deseos de lo que el sistema puede ofrecer o quiere imponer, y otras, administrando el miedo a lo desconocido o a lo diferente. El ciudadano, que reacciona en la dirección deseada a todos estos estímulos del sistema, está adecuadamente culturalizado.


El devenir es imparable e impredecible,  pero siempre, hasta el último de nuestros pensamientos y movimientos estará limitado, fomentado o promocionado por el Sistema Político en el que vives a través de su proceso de socialización y culturalización. Esta tutela será positiva o negativa en función del buen o mal gobierno. Si el gobierno del mal gobernante se prolonga en el tiempo, producirá daños irreparables en la cultura, formación, socialización y futuro de los ciudadanos, y terminará por dejar secuelas psicológicas en una o varias generaciones. De ahí la importancia de fomentar la cultura política democrática en el sistema educativo para generalizar la participación ciudadana en los asuntos públicos y no caer en la trampa del mal gobernante, y también, para inculcar la imperiosa obligación de los ciudadanos de votar siempre en todos los procesas electorales, precisamente para liberarse del mal gobernante. Pretensiones difíciles de llevar a cabo, ya que las clases dominantes se reservan el monopolio de la enseñanza y el derecho a manipular la cultura para seguir gobernando.

Fdo.: Luis Perant Fernández

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